Varadero resultó ser uno de nuestros grandes descubrimientos en Cuba. Era un destino al que no teníamos intención de ir, lo habíamos descartado desde un principio por varias razones: por un lado habíamos leído que no había cosas muy interesantes que ver/hacer a excepción de su playa y por otro porque hay mucho complejo hotelero tipo "resort" que no casa mucho con la filosofía mochilera que tenemos nosotros (ni con nuestro presupuesto claro).

Pero una tarde pensamos que, ya que estábamos en Cuba casi 3 semanas y teníamos bastante tiempo, que iríamos un par de días para ver qué tal sus playas. Nos desmotivaron en varias ocasiones porque la gente que conocíamos nos decía que habían pocas casas particulares y que por debajo de 30 CUC no encontraríamos nada. El plan se estaba convirtiendo en todo un reto.

Cogimos un bus de Viazul desde Viñales (hacía una parada en la Habana de 20 minutos para cambiar de bus y luego nos montábamos en otro que llegaba a Varadero). Llegamos al atardecer, y nos encontramos a varios jineteros y dueños de casas dispuestos a vendernos su alojamiento. Encontramos a una muchacha que nos ofreció la casa por 25 CUC y decidimos ir a verla e intentar una vez allí bajar el precio. Eso es siempre una decisión inteligente y el turista está en opción de negociar mucho mejor, porque si son las 6 de la tarde y la habitación sigue vacía, para el dueño es mejor alquilarla más barato que dejarla sin alquilar, ¿es mejor 20 que 0 no?

Nos propusimos 20 CUC ya que en el resto de ciudades hemos oscilado entre los 10 y los 18 CUC y este es el punto más turístico de Cuba. Y lo conseguimos. Con algún que otro pucherito explicamos nuestra situación, que estábamos 6 meses de viaje y nuestro presupuesto era más limitado y al final la dueña lo dejó en 20 CUC. Tengo que decir que este alojamiento fue el más caro de toda nuestra estancia en Cuba, pero con diferencia el más bonito en el que estuvimos. La habitación no era más espectacular que el resto, pero tenía jardín, cocina equipada, nevera y salón y ese tipo de comodidades nos facilitaron mucho nuestra estancia.

Salimos a pasear y ver el pueblo de Varadero tranquilamente. Buenas sensaciones desde el principio, muy poco turismo, un pueblo tranquilo junto mar que vive de sus playas. No hay tanta opción para comer baratísimo en la calle, pero los restaurantes tienen precios más que aceptables.

El día siguiente lo dedicamos a playa todo el santito día. Así sí da gozo, mientras mis amigas me graban audios diciendo que en Barcelona bajan las temperaturas varios grados esa semana, mi mayor preocupación se centra en buscar un sitio en el que refugiarme de la solanera que pega.

Quiero hablaros de la playa; pensaba que estaría muy masificada y que sería un agobio. Estaba equivocada. Fuera de los resorts hay vida, y la verdad es que, aunque no estás solo evidentemente, hay muchísimo espacio entre bañista y bañista. ¿Es una playa espectacular? Bueno, espectaculares las he visto en Camboya, en Filipinas, en Honduras... a pesar de eso puedo decir que es realmente bonita, ¿lo que se espera de una playa del caribe no? Arena blanca y fina, mar azulito y calentito. Me gustó mucho que hubieran bancos de arena porque podías sentarte en el mar a varios metros de la orilla.

Caminamos durante más de una hora por la orilla del mar y el paisaje era similar. Sin embargo en la zona donde estábamos había un poco menos de jaleo que eso también se agradece. Estábamos tan relajados que decidimos quedarnos un día más. Ese día fue exactamente igual que el anterior: playita y relax. Y la verdad es que aunque a veces te da la sensación que estás dejando de ver paisajes o de conocer a gente de vez en cuando se agradece un poco de descanso.